“Hemos querido mantener en el departamento el título de Transportes como una forma de poner en valor la actividad económica que desarrollan los transportistas”, destacó el ministro Ábalos.
“Los desafíos ambientales y del cambio climático que ya nos afectan a todos nosotros requieren una reorientación en el ministerio. El transporte y la edificación son responsables del 36% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en España y tenemos que reducirlos en aproximadamente un tercio en 2030 y eliminarlos en 2050. Acertar en esas políticas en vital. Tenemos que hacer una transición ecológica justa y rápida”.
Bajo este principio echa a andar el nuevo Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana que su titular, José Luis Ábalos, ha presentado tras dar carpetazo a la existencia del Ministerio de Fomento, cuya etapa más reciente se inició en mayo de 1996 con Rafael Arias-Salgado al frente y José María Aznar como presidente del Gobierno.
“A este ministerio se le asocia, tradicionalmente, como un ministerio constructor de infraestructuras. Ligado a su carácter dinamizador de la economía y a lidiar con las reivindicaciones de políticos territoriales, más que como un proveedor de políticas públicas para el día a día de los ciudadanos. Este enfoque pudo tener sentido hace un siglo o hace unas décadas. Pero hoy no captura bien nuestra misión”, resumió Ábalos en su intervención, no sin señalar que “hemos querido mantener en el departamento el título de Transportes como una forma de poner en valor la actividad económica que desarrollan los transportistas y que puedan ver en este ministerio un órgano de gestión próximo que empatice con su actividad”.
Ley de Movilidad
Desde el nuevo Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, el Gobierno de Pedro Sánchez se propone la aprobación de una Ley de Movilidad “que el sector y España nos reclama desde hace décadas”, expuso José Luis Ábalos, una Ley que deberá servir, avanza, para establecer normas y procedimientos claros para seleccionar inversiones, fijar la financiación del transporte público, resolver las inconsistencias del modelo viario, profundizar en la normativa de seguridad, fijar principios y responsabilidades de colaboración entre administraciones y avanzar en la sostenibilidad financiera de las infraestructuras de transporte.
Para despejar incertidumbres, el ministro confirmó que “no vamos a comenzar la legislatura llenando mapas con promesas de más y más infraestructuras: eso no lo hace ya ningún país que tenga el desarrollo económico y de infraestructuras de España”, para matizar que “ello no significa dejar de invertir sino invertir con más racionalidad”.
“Hay corredores por completar (sobre todo en el ámbito ferroviario) que requieren grandes volúmenes de inversión”, expresó Ábalos, “pero esta acción inversora deberá responder eficazmente a los desafíos de la movilidad, el urbanismo y la vivienda de España en el actual contexto social y tecnológico”. “Eso ahora implica priorizar las Cercanías, la intermodalidad y la innovación tecnológica, entre otras cosas”. A nadie se le escapa que la ausencia de una referencia explícita dentro de sus palabras la alta velocidad ferroviaria, cuando sí la hubo a la red de Cercanías, supone toda una declaración de intenciones.
Transformación digital
No faltó en la intervención del ministro de Transportes una referencia a la los desafíos de la transformación digital. “El sector del transporte está viviendo una revolución tecnológica. Fenómenos como el vehículo autónomo, los vehículos compartidos, las plataformas digitales de movilidad o la electrificación del automóvil son realidades sobres las que tenemos que trabajar ya”, concretó.
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