Una viajera sube al autobús en Valencia.
La eficiencia o justificación social de una línea de autobús depende en buena parte de conocer los hábitos reales de movilidad de los usuarios. El problema aquí es que, si bien es fácil monitorizarle cuando sube al bus al validar el billete, más complicado es saber dónde y cuándo se baja. La solución podría estar en el Big Data, lo que permitiría saber con precisión qué parte de la red tiene margen de mejora o no se justifica con respecto a cómo se planteó inicialmente, según apunta la Asociación de Empresas Gestoras de Transportes Colectivos Urbanos (Atuc).
En concreto, con el Big Data se puede construir lo que se denomina matriz origen-destino, gracias a un algoritmo obtenido a partir de la información del recorrido de cada usuario, tanto cuando sube como cuando baja. Para ello, los datos de la validadora de billetes por la que cada usuario está obligado a pasar en la entrada se cruzarían con la información obtenida de sensores infrarrojos en las puertas de salida, e incluso de las propias cámaras de videovigilancia en el interior del autobús. Un proyecto de este calado ya se está empezando a probar en algunas ciudades españolas, como es el caso de San Sebastián a través del operador Dbus.
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